Final (izando)
9:34:00
Este año la navidad no es lo mismo. Y
eso que el alumbrado es mucho más colorido y luminoso que otras
navidades. Pero no lo encuentro especial. Tampoco destaca el hecho de
volver a casa pues hace semanas que regresé, aunque los anuncios
propios de estas fechas se empeñen en demostrar lo contrario. Las
compras navideñas se han vuelto una tarea odiosa. Quién lo iba a
pensar viniendo de una mujer. Incluso fantasear con las expectativas
del 2015 se me ha hecho imposible en estos últimos días. Tal vez
porque tenía claro que entre esos deseos ya no podrías estar tú.
Ha sido un 2014 de finales pero no
todos tan dramáticos como puede evocarnos la palabra final.
En los 365 que dejo atrás he tenido de
todas las clases de finales que te puedas llegar a imaginar. Finales
triunfantes, satisfactorios, pero también finales inesperados,
deseados y de los que se veían venir. Esos por nombrar algunos. Pero
si hay alguna modalidad entre todas las posibles que se lleve la
palma ha sido la de los finales forzosos. Aquellos en los que, por
más que lo intentes, sabes que poner punto y final es la mejor
solución al problema o no problema, según tu grado de histeria en
ese momento.
Y es cierto que de todo se aprende.
Aunque todavía no he entendido bien lo de 'Querer es poder'. Porque
mira que este año he querido, y que quiero... pero no habrá sido
suficiente. Al menos este año no.
Eso sí, hace tiempo aprendí que
después de un final lo que viene es el comienzo de una nueva etapa.
Por lo que, si no he entendido mal, el 2015 será todo lo contrario:
el año de los comienzos, de las cosas nuevas, del cambio.
¿Cuántas horas faltan para eso? Estoy
deseando despeinarme.
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