La vida del periodista, la vida mejor
10:36:00
Vivir sin horarios. O a deshoras, según
se mire. Así he pasado estos casi tres meses de ausencia en el blog.
Los días dejé de medirlos en horas para valorarlos según momentos.
La vida que había en ellos. Y puedo decir que he sobrevivido, en lo
que a cuestiones económicas se refiere , pero que he vivido a
'cuerpo de rey' periodísticamente hablando.
Y es que, no todos pueden decir que han
estado trabajando 'de lo suyo' antes incluso de celebrar el fin de su
formación. Y tampoco todos pueden presumir de haberlo hecho en un
ciudad como Granada, donde el verano parece tranquilo con la salida
masiva de estudiantes pero que se vuelve divertido gracias a las
escuelas de verano, los planes asfálticos, los miles de turistas,
las altas temperaturas y hasta los diluvios universales.
Una pequeña redacción, alejada de la
bulliciosa Recogidas ha sido mi casa, como la calificaron los que
allí vivían el día de mi despedida. Es tanto lo experimentado allí
que no podría volver a explicarse. Sería como una crónica
interminable (y aburridísima para muchos). Granada Hoy me ha
enseñado los entresijos de mi profesión, con sus luces y sus
sombras. Los días de buenas portadas y los quebraderos de cabeza, la
importancia de una doble y la brillantez de una foto comentada. El
todo y el nada al mismo tiempo. Y me ha reafirmado que no me he
equivocado, que nunca me equivoqué. Y que, seguramente, sea esta una
de las mejores elecciones de mi vida: el periodismo. La próxima
podría ser un contrato con alguna tarjeta 'opaca' incluida.
Bromas a parte. Este periodo me ha
hecho crecer, y ahí entra tanto lo profesional como lo personal. Me
ha hecho valorar el tiempo, disfrutando al máximo las 192 horas
libres con las que contaba al mes así como las incalculables horas
de trabajo, y formación al mismo tiempo. Me ha hecho valorar a todas
aquellas personas que trabajan dando un servicio público, ya fueran
compañeros míos de redacción, profesión u otro sector que preste
asistencia a la ciudadanía, políticos inclusive. No he recibido de
ellos más que buenas palabras y he visto como son muchos los que
cada día aportan su granito de arena a un situación que a veces
parece insostenible. Y como no, me ha hecho valorar, y también poner
en tela de juicio, aquello que tengo. A los que tenía cerca y
conocía y a los desconocidos que se hicieron compañeros y grandes
amigos. A los que dieron una segunda oportunidad y a los que no
dejaron que pasara más de una semana sin saber de nuestras vidas. A
aquellas que esperaban con ganas el fin de semana que libraba para
exprimirle hasta el último segundo. Incluso aquellos que fueron
dejando hueco para que otros entraran y dejaran huella.
Sirvió para encontrarme y perderme a
partes iguales. Para demostrarme que soy capaz, que los miedos se
superan, que la valentía se premia y que hacerse mayor, a veces,
conlleva responsabilidades de las que nos evadiríamos en la mayoría
de las ocasiones. He cambiado. Sin más, y me alegro. Falta que me
hacía.
Todos ellos, incluida yo misma, han
contribuido a que este sea un verano inolvidable, cargado de buenos
momentos, y de muchas páginas escritas. Algunas de ellas con
borrones, otras con grandes exclusivas. Pero todas firmadas bajo el
mismo nombre. Un nombre que cada vez se define más. Que cada vez lo
tiene más claro.
Todavía hay momentos, y sólo han pasado cuatro días, en los que echo de menos el sonido dispar de todos nuestros teclados. |
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