Felicidad

18:16:00

Día D, hora H y aparece ella. Creo que nunca antes la había visto tan nítida, tan de cerca. O es que nunca la había sentido tan mía. En aquel momento era nuestra, sólo momentáneamente, porque sabíamos que aquello terminaría antes de lo que a mí me hubiera gustado. Pasó tan rápido, fue tan intenso que ahora apenas recuerdo detalles. Pero supe reconocerla. Estuvo en todo momento allí. Y puede que desde entonces me haya acompañada en más de una ocasión, incluso antes, pero no sabia apreciarla. Ahí fue cuando me día cuenta de lo que verdaderamente era, en lo que verdaderamente significaba y pude amoldarme para que, si ella se presta y yo he hecho méritos, me visite cada cierto tiempo para pasar el rato.
En aquella “cita”, en la que el sitio y la hora pasaron a un segundo plano, ella era la protagonista. Más que tú y más que yo. Me enseñó a disfrutar de ti, de tu sonrisa pícara, de cada palabra y de lo que ellas significaban. Me enseñó a escucharte, que no a oírte, y aprendí. Me enseñó a desearte, a besarte con ganas y a apretarte con fuerza aún sabiendo que inevitablemente te escaparías de mis manos. De aquel momento he olvidado detalles, palabras, olores, a día de hoy casi me olvido de tí, pero aquella sensación felicidad que me dibujaba una sonrisa tonta cada vez que cruzábamos la mirada... Eso, eso no se olvida.

 

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