DÃa D, hora H
y aparece ella. Creo que nunca
antes la habÃa visto tan nÃtida, tan de cerca. O es que nunca la
habÃa sentido tan mÃa. En aquel momento era nuestra, sólo
momentáneamente, porque sabÃamos que aquello terminarÃa antes de lo
que a mà me hubiera gustado. Pasó tan rápido, fue tan intenso que
ahora apenas recuerdo detalles. Pero supe reconocerla. Estuvo en todo
momento allÃ. Y puede que desde entonces me haya acompañada en más
de una ocasión, incluso antes, pero no sabia
apreciarla. Ahà fue cuando me dÃa cuenta de lo que verdaderamente
era, en lo que verdaderamente significaba y pude amoldarme para
que, si ella se presta y yo
he hecho méritos, me visite cada cierto tiempo para pasar el rato.
En aquella “cita”, en la que el sitio y la hora pasaron a un segundo plano, ella era la protagonista. Más que tú y más que yo. Me enseñó a disfrutar de ti, de tu sonrisa pÃcara, de cada palabra y de lo que ellas significaban. Me enseñó a escucharte, que no a oÃrte, y aprendÃ. Me enseñó a desearte, a besarte con ganas y a apretarte con fuerza aún sabiendo que inevitablemente te escaparÃas de mis manos. De aquel momento he olvidado detalles, palabras, olores, a dÃa de hoy casi me olvido de tÃ, pero aquella sensación felicidad que me dibujaba una sonrisa tonta cada vez que cruzábamos la mirada... Eso, eso no se olvida.
En aquella “cita”, en la que el sitio y la hora pasaron a un segundo plano, ella era la protagonista. Más que tú y más que yo. Me enseñó a disfrutar de ti, de tu sonrisa pÃcara, de cada palabra y de lo que ellas significaban. Me enseñó a escucharte, que no a oÃrte, y aprendÃ. Me enseñó a desearte, a besarte con ganas y a apretarte con fuerza aún sabiendo que inevitablemente te escaparÃas de mis manos. De aquel momento he olvidado detalles, palabras, olores, a dÃa de hoy casi me olvido de tÃ, pero aquella sensación felicidad que me dibujaba una sonrisa tonta cada vez que cruzábamos la mirada... Eso, eso no se olvida.