Si algo he aprendido, y
me he dado cuenta que en muy poco tiempo, es que quien no arriesga no
gana. Ese tÃpico- tópico, algunas veces, puede volverse en nuestra
contra porque también existe la posibilidad de perder. Aunque no me
gusta llamarlo asÃ. Es más bien no alcanzar esa meta, fallar en un
objeto que no en la carrera en la que estamos inmersos. Siempre
esperamos la otra posibilidad, la de ganar, la de salir victoriosos
de ese hecho, ¿pero quién nos prepara para la caÃda?
Lo primero en lo que
tenemos que pensar cuando esto sucede es que no hemos perdido la
oportunidad, bueno siendo realistas esa sÃ, pero nos quedan miles de
oportunidades que aprovechar. Serán diferentes, distintas, ni
mejores ni peores pero las afrontaremos con las mismas ganas e
ilusión que la ya pasada. Porque si algo bueno nos aporta esta
pérdida es la capacidad de abrir nuevos horizontes.
También tenemos que
hacer un análisis interno. No consiste en torturarnos a nosotros
mismos sino saber cuáles han sido nuestros errores para no volver a
cometerlos, corregirlos y mejorarlos. De ellos se aprende, ¿no?
Pero lo más importante
es poner en valor nuestras virtudes. Porque las tenemos, las
tienes, y son muchas. Sino ni siquiera habrÃamos llegado hasta donde
estamos ahora. Es imprescindible tenerlas muy presentes y sacarles
el máximo partido en la próxima oportunidad. Porque os aviso,
habrá una “otro vez” y me atreverÃa a decir que más de una.
Y sÃ, está permitida la
caÃda. A veces, incluso es obligatoria para crecer. Esta permitido
un dÃa de bajón, rodeado de chocolate y melodrama. Pero sólo uno.
Asà que sal ya y deja que la vida te despeine.